Hoy, 28 de junio
del año 2014, tiene lugar una vez más el Día del Orgullo LGTB.
Yo, por mi parte, espero conseguir en este día unos buenos resultados que
nos acerquen un poco más a la conquista de la igualdad real.
Para conseguir nuestro
propósito necesitamos mucha fuerza de voluntad, conocimiento acerca
de lo que en verdad queremos, una infinita paciencia y una gran
sonrisa.
Cierto es que llevamos mucho
tiempo sufriendo y aguantando, y que es muy frustrante que no nos
dejen ser nosotros mismos, pero debemos tener un poco de autocontrol.
Sé bien que hay ciertas personas, y en una gran cantidad, que no se
merecen un tratamiento pacífico. No obstante, hay otra importante
cantidad de gente que no puede aceptarnos en la sociedad si nos
comportamos de forma hostil y violenta.
Sé que no toda la comunidad
LGTB tiene este resentimiento, igual que sé que no todo aquel que lo
tenga va a rechazarlo tan fácilmente. Hemos sido marginados por la
sociedad desde tiempos inmemoriales, y es normal sentirse indignado.
Ante la marginación de un individuo o colectivo por una causa tan
absolutamente carente de lógica, yo soy la primera en revelarse.
Sin embargo, ¿no
conseguiríamos una mayor aceptación argumentando y razonando con la
gente en un debate frente a frente, de una forma amistosa y pacífica?
Nos rechazan porque somos “distintos” a la realidad a la que está
habituada la sociedad. Si podemos convencer a todas esas personas que
nos evitan, por miedo, ignorancia o repulsión, de que somos una
comunidad perfectamente normal (en una utilización un poco general
del término), y que no representamos una amenaza, estaremos mucho
más cerca de conseguir lo que queremos.
Siempre habrá alguien que no
se deje convencer, que nos rechace y que sienta un odio irreprimible
e injustificado hacia nosotros, pero eso no sólo pasa con nuestro
colectivo, sino también con todos los demás. Sería fantástico que
existiera una convivencia entre toda la humanidad, pero es muy
difícil de conseguir.
Yo siempre digo que con la
violencia no se consigue nada que no sea más violencia. Hay
ocasiones en las que se pierde el control y se recurre a ella, y es
algo difícil de evitar, pero tenemos que ser pacientes. Si la
homofobia ataca con violencia, ya sea física o verbal, nosotros
debemos protegernos haciendo uso de razón. Si los rechazamos
imitando sus métodos, nos estaremos rebajando a su altura, y no
conseguiremos ningún progreso social.
Debemos actuar con paciencia,
lógica y un comportamiento pacífico y positivo, pues siendo
pesimistas sólo lograremos hundir nuestro propio barco. Tenemos que
utilizar nuestra coherencia, nuestro conocimiento y nuestro ingenio
para que empiecen a vernos como personas sanas, física y
mentalmente, y no como a gente enferma. Pase lo que pase, debemos
hacernos respetar.