viernes, 28 de agosto de 2015

Veranito

Dentro de nada se me acaban las vacaciones y yo apenas he aprovechado el verano. Pero en fin, han sido tres meses de tranquilidad -con algún que otro desaliento- y los he disfrutado. Y aunque voy a empezar Bachillerato igual de blanca que en junio, voy a hacerlo con ánimo y energía, porque este nuevo curso promete. Dentro de un par de años iré a la universidad y Rammstein vendrán a España.
Y hablando de R+, próximamente tendré una mochila nueva de mi grupo favorito. En teoría iba a ser también una camiseta de Lindemann, pero el otro día encontré una de Deadpool, el histriónico mercenario antihéroe de Marvel, y la preferí. Entre "frikismo" y fanatismo, siempre frikismo. Qué bonito es sacar buenas notas y que te regalen caprichitos. Ah, y además un cinturón arco iris.
Y ahora que he sacado también el tema de Deadpool -cuya película se estrena en 2016 y está protagonizada por el maravilloso Ryan R. Reynolds-, me he acordado de que hace poco participé en un concurso vía Facebook... y que estoy en uno de los primeros puestos. La votación aún no ha terminado, pero desde que empezó hasta ahora he estado bailando entre el primer, el segundo y el tercer puesto. Desde antes de participar estaba resignada a no ganar, pero ahora la cosa está tan reñida que incluso lo estoy pasando un poco mal. Siendo un concurso de fanfics (fanfic: diminutivo de FanFiction=Ficción del Fan. Término empleado por la gente como yo para referirse a relatos o narraciones no-oficiales sobre una "materia" -películas, libros, cómics, videojuegos, etc.- ya existente), me desilusiona bastante que no se valore la ortografía, ni la gramática, ni el vocabulario, ni la sintaxis... Vale que yo soy rarita para esas cosas, pero es que me resulta bastante indignante que el fanfic aspirante al primer puesto (que sólo tiene uno o dos votos más que el mío) esté escrito de una forma tan burda. Y no es que sea mal-perder mío, cuando vi que me había superado me encogí de hombros y lo leí para ver qué clase de fanfic perfecto y maravilloso había quedado por delante del mío. Y a pesar de que era la tercera parte del que había escrito yo, cuando terminé de leerlo no sólo me dolían los ojos, sino también el cerebro, el corazón y el diccionario. Y el fic no es malo. Es creativo y original, y si no estuviera escrito así posiblemente incluso yo lo habría votado, pero soy incapaz. 



Cambiando de tema, hace poco me dio por prepararme para septiembre y me he puesto a hacer diferentes diseños de horarios para el nuevo curso. He de escoger uno de tantos e imprimirlo para ponerlo en el archivador que todavía no tengo.
Y, como por alguna razón me está doliendo horriblemente la cabeza, creo que voy a dejarlo aquí. Adieu.

sábado, 15 de agosto de 2015

El pequeño desánimo de cada día

Hay gente g********* suelta por ahí. Puedes encerrarte en casa y no salir, puedes pasar los días en tu propio mundo, pero tarde o temprano, y por cualquier circunstancia, tendrás que establecer contacto, en mayor o menor medida, con el exterior. Con el horrible y hostil mundo de fuera. Esto ha sido siempre así, pero con el paso del tiempo ha ido a peor. Ahora ya ni siquiera tienes que poner un pie en la calle. Cinco minutos en Internet, y toda tu vida se tambalea. En Internet es incluso peor que en la calle, porque la gente g********* de la que hablaba al principio se ve protegida por el anonimato, y no hay una sola palabra que no se atreva a escupirte en la cara. Y encima con faltas de ortografía. Y tú te dices a ti misma que no pasa nada, que gente g********* hay en todas partes, y que semejantes especímenes no pueden ofenderte porque son infinitamente inferiores a ti. No porque hayan nacido así, sino porque ellos han escogido serlo. Y sólo esa mala elección ya basta como insulto para sí mismos. Pero aun así hay algo en ti que te empuja a intentar abrirles los ojos y la mente, porque, aunque no vayan a cambiar su forma de pensar, pueden notar que te han ofendido y de esa forma les brindas la oportunidad de pedirte disculpas, como pasó con cierto compañero, que "no sabía que me estaba ofendiendo". Pero eso sólo empeora las cosas, y al final acabas como yo ahora: ofendida, insultada, menospreciada, encerrada, enfadada, triste y comiéndome media tableta de chocolate.